domingo, 5 de abril de 2009

I'm paying the price of living life at the limit

Martina miraba láconicamente la lluvia rebotar en los cristales de su ventana, tenía una expresión amargada en su rostro, en sus oidos aun sonaba el eco del portazo que habia dado su hermana unos minutos antes. Ahora estaba sola, en su habitación de paredes blancas y muebles escasos. No siempre había sido así, años atrás las paredes estaban pintadas de verde y cubiertas de fotografías y pósters. Había un columpio en medio de la habitación, en forma de media luna, y un gran armario empotrado, también de color blanco. Se levantó del columpio y abrió la puerta del armario, pocas prendas colgaban de las perchas, casi todas negras, color que contrastaba con el blanco imaculado de la habitación. Cogió una chaqueta de lana negra i se la puso sombre los hombros, un escalofrío le recorrió la espalda. Se volvió a sentar en el columpió mientras con un mando a distancia controlaba el equipo de alta fidelidad que se encontraba en la esquina de su cuarto. Mientras la música le inundaba los tímpanos cerró los ojos y se empezó a balancear. Tarareaba una nana mientras seguía el compás de la música con los pies. Estubo así durante horas hasta que se dió cuenta de que alguien estaba aporreando su puerta. Siempre la mantenía cerrada con cerrojo, instalado por ella misma, ya que le gustaba preservar su intimidad. Abrió y se encontró a Mónica, su hermana, que apoyada en el marco de la puerta le preguntó si iba a cenar.
- Bueno, quizás más tarde, si me apetece - respondió Martina mientras encogía los hombros. Mónica crispó alejada y se alejó hacía la cocina a grandes pasos. Martina volvió a su cuarto y esta vez se tumbó en la cama muerta de cansancio y se quedó dormida. Despertó al día siguiente con el ruido del despertador, otro día empezaba y tenía que levantarse si no queria llegar tarde a clase. Se incorporó con el cuello dolorido y fue a ducharse. Su hermana ya se había ido al trabajo así que volvía a estar sola, como la tarde anterior. El agua resbalaba por su espalda y empezó a lavarse la cabeza muy a su pesar. El pelo se le caía, le faltaban vitaminas y no podía evitarlo, en cada lavado el sumidero se embozaba por su culpa. Lo que antes había sido una envidiada melena negra, lisa y brillante se había convertido en un pelo lacio, sin brillo y que daba lástima. Se enjabonó el cuerpo y tampoco le gustó lo que veía, la piel se le descamaba fácilmente y sus pies estaban llenos de callosidades y durezas. Tiró la esponja con fúria mientras soltaba una palabrota rabiosa. Se fué deslizando por la mampara hasta quedarse sentada en el suelo donde se rodeo el cuerpo con los brazos y empezó a llorar. Se arañaba los brazos y las piernas, pegaba patadas y se lamentaba en voz alta de ser como era. Cuando sus lágrimas se agotaron salió del baño, se vistió y se fue a la universidad.

1 comentario:

  1. Me alegra ser la primera seguidora de tu blog ^^

    Decirte que el primer texto que has colgado, es espectacular... No se si es un relato o habrá continuación, pero me encantaría que la hubiese xD

    Bueno que escribes muy bien y sigue así guapa!!!

    Besos

    ResponderEliminar